LAS DOS ENCUESTAS DE “ASISA”, LAS BELLAQUERÍAS DE PALACIO Y EL “RIFLAZO” DE DANILO
“SE PASA LA TENAZA…”
(Notas y reflexiones a vuelapluma de un necio empedernido)
Por Luis R. Decamps R. (*)
LA “ASISA” DE DANILO Y LA “ASISA” DE LEONEL
El día 13 de los corrientes fue hecha pública una encuesta de “Asisa” (patrocinada por el sector peledeísta del licenciado Danilo Medina), y en ella se informaba que el candidato del PLD había pasado a encabezar las preferencias electorales en el país (46.0 contra 42.7) luego de varios meses de principalía del candidato del PRD, el ex presidente Hipólito Mejía … Casi dos semanas después, el día 26 de los cursantes, el sector peledeísta del doctor Leonel Fernández da a conocer los resultados de una segunda encuesta de “Asisa” (realizada a instancias de un funcionario del Palacio Nacional y pagada por un poderoso ministro), pero esta vez con otros números: Medina 55.0 y Mejía 39.6… Haciendo omisión del patrocinio (distinto, aunque sin salirse del PLD) y de la distancia en las tomas de muestras de una y otra (inusitadamente corta), la única diferencia apreciable entre esas dos encuestas es la relativa a la presencia en la boleta morada de la doctora Margarita Cedeño de Fernández… Es obvio, pues, que en este caso estamos en presencia de una “guerra de encuestas” dentro del partido oficialista.
LA PRIMERA ENCUESTA DE “ASISA” Y LAS “CHEMBITAS” PALACIEGAS
Esa “guerra” interna, naturalmente, tiene su historia… Lo que se afirmó desde aquí hace un par de semanas sobre la publicación de la primera encuesta de “Asisa” (en el sentido de que era una respuesta del sector del licenciado Danilo Medina a las presiones del entorno del doctor Leonel Fernández para que se seleccione “ya” a la consorte de éste como candidata a la vicepresidencia de la república) ha sido confirmado por los hechos… Como se ha recordado arriba, el citado muestreo daba cuenta de que alegadamente el licenciado Medina (solo, es decir, sin la compañía de la Primera Dama) estaba por encima del ex presidente Hipólito Mejía en la medición de las preferencias electorales de los dominicanos de cara a las elecciones del año venidero, enviando el recado claro de que el candidato peledeísta no necesita a la doctora Cedeño para ganar… Esa primera encuesta de “Asisa” supo a estiércol en algunos despachos palaciegos y, tras las “chembitas”, se decidió orquestar una réplica que tuviese un doble objetivo: a) Contribuir a cambiar la percepción actual (generalizada en el país) de que el ex presidente Mejía es el preferido por el electorado; y b) Enviar el mensaje de que el licenciado Medina únicamente puede salir airoso si lleva como compañera de boleta a la doctora Cedeño.
LA SEGUNDA ENCUESTA DE “ASISA” Y LA NUEVA “CUERDA” DE DANILO
El “vehículo” concebido por los estrategas palaciegos para la citada contestación no podía ser mejor: una segunda encuesta de “Asisa”, que no podría ser desmentida por el sector del licenciado Medina sin quedar “de feo” en razón de que menos de dos semanas antes había hecho una ardorosa defensa y una caudalosa difusión de la primera… Obviamente, la “bellaquería” del entorno del doctor Fernández produjo una nueva “cuerda” en el licenciado Medina, quien se dice que habría vociferado entre sus íntimos que a él “nadie le va a imponer” su compañero de boleta… Se dice que la violenta reacción del candidato del PLD se “filtró” (ya esto es público) y fue conocida por sus adversarios internos de palacio, quienes de inmediato encargaron al ingeniero Félix Bautista para que “cometiera” un “desliz” evidentemente impropio de su experticia política: asegurar, como hizo al desgaire, que “ya” la doctora Cedeño había sido escogida como candidata a la vicepresidencia… La respuesta del sector del licenciado Medina al “desliz” del ingeniero Bautista está en la prensa, aunque ofrecida en principio (seguramente con toda intención, dadas las circunstancias) por el jefe de campaña del PLD (Francisco Javier García, un hombre no lejano del doctor Fernández), quien aclaró enfáticamente “que el candidato presidencial Danilo Medina no ha seleccionado su compañero de boleta”… Más adelante, el propio candidato presidencial del PLD lo haría a su modo… Este “riflazo” indica, sin dudas, que el “match” continúa.
“RESIGNACIÓN” Y NUEVA APUESTA EN EL DANILISMO
Por supuesto, en el sector del licenciado Danilo Medina, pese a la “cuerda” de éste, ya hay plena “resignación” en lo tocante al tema de la candidatura vicepresidencial: la situación se le fue de las manos (el leonelismo ha impuesto su “percepción” al respecto), y saben que no tienen más salida que escoger a la doctora Cedeño… El pleito de ahora es, pues, no por quién acompañará en la boleta al licenciado Medina (cuestión ya decidida) sino por otros motivos: en qué momento y bajo cuáles circunstancias y entendimientos hacer el anuncio… En consecuencia, la insistencia de algunos de los colaboradores del candidato peledeísta en “agitar” la “lista del Cibao” (relación de personalidades santiagueras que pudieran ser “segundos a bordo” en la boleta morada) no parece más que una táctica “tipo bambú”: la intención es usar esa “lista” como instrumento de presión para garantizar que la candidatura de la doctora Cedeño se cristalice “pero bajo las condiciones que ponga Danilo”… Es asunto de “ajedrez político” de cara al porvenir inmediato, no de emociones ni de sentimentalismos: desde ya, entre el doctor Fernández y el licenciado Medina hay una lucha “cuerpo a cuerpo” por el liderazgo del PLD, y los resultados de los próximos comicios podrían influir decisivamente en la dirección que finalmente tomen las apuestas al tenor… En este sentido, vale la pena recordar que entre la mayoría de los analistas independientes del país existe el convencimiento de que un eventual triunfo del licenciado Medina le pondría “los huevos a cuatro” al doctor Fernández, mientras que la derrota del primero le garantizaría “larga vida” al liderazgo del segundo... Ergo: la “guerra” puede llegar a convertirse en “armagedón”.
UNA ANÉCDOTA DE LEONID BRÉZHNEV
Siempre se afirmó que Leonid Brézhnev, jefe del Partido Comunista y amo de la URSS desde 1964 hasta su muerte en 1984, era un hombre vanidoso, débil con los alabarderos y, además, de gustos muy singulares (dada su condición de líder del “primer Estado proletario del mundo”), como su conocida afición por las condecoraciones, los trajes caros y los autos lujosos… Y de él se cuenta que en cierta ocasión, encontrándose su madre de visita en el Kremlin (centro del poder en Moscú), condujo a ésta hasta un estacionamiento secreto en el que tenia aparcados sus suntuosos vehículos de colección… “Mamá -le dijo, orondo-, mira, todos esos carros son míos”, a lo que la anciana, sorprendida y temerosa, respondió: “Mi hijo, por favor, baja la voz y no digas eso. Imagínate: ¿Y cuando lleguen los comunistas? ¿Qué tu vas a hacer? ¡Estás en serios problemas!”… Se asegura que Brézhnev sonrió, con aire divertido, y le contestó: “Mamá, por Dios, pero los comunistas somos nosotros, y yo soy el jefe de todos”.
LA FRASE DE HOY “PARA DARLE CACO” (SÓLO PARA “PENDEJOS”)
“La política es una guerra sin efusión de sangre; la guerra una política con efusión de sangre”.
Mao Zedong
Hasta la próxima entrega…
(*) El autor es abogado y profesor universitario
POR LA DEMOCRACIA DOMINICANA
viernes, 28 de octubre de 2011
lunes, 10 de octubre de 2011
LEER ESTO ATENTAMENTE PERREDEISTAS, DIRIGENTES.
Listas negras y listas blancas
Para la Diape, son enemigos del Gobierno los periodistas críticos
Escrito por: HAMLET HERMANN
La Dirección de Información, Análisis y Programación Estratégica de la Presidencia de la República (DIAPE) no es una institución muy conocida por la mayoría de los ciudadanos.
Sin embargo, desempeña roles de formación de opinión y de asesoramiento a los más altos niveles del Gobierno, que no deben menospreciarse. Surgió originalmente como propuesta que hiciera Naciones Unidas al presidente Joaquín Balaguer en sus años finales de Gobierno. Pero el caudillo no creía en modernizar las funciones de Inteligencia. Prefería seguir con los mecanismos del Servicio de Inteligencia Militar y del Departamento Nacional de Investigaciones, las que no necesitaban de veleidades intelectualoides para el espionaje. Fue el presidente Leonel Fernández, sucesor de Balaguer en más de un sentido, quien acogió la idea y fundó el organismo desde su primer período de Gobierno, 1996-2000.
Los integrantes de la DIAPE, encabezada desde siempre por el arrepentido Carlos Dore, se autodenominaron “constructores de la inteligencia política”. Esa institución es, además, un vaso comunicante con la Fundación Global de Leonel Fernández que no conoce límites presupuestarios ni legales para abastecer al “think tank”. Han escamoteado ideas ajenas y privatizado proyectos a expensas del Estado, encubriéndolos como propios para engrosar el acervo de esa institución privada.
Recientemente, esa maquinaria de inteligencia política elaboró una lista de los periodistas dominicanos que, según su punto de vista, “despliegan un periodismo fraccional, ya abiertamente anti peledeísta y anti leonelista o decididamente perredeísta”. Ausente del respeto a la profesionalidad de opinión como se espera de esa unidad de Inteligencia Política se refieren despectivamente a quienes critican algunas violaciones legales del actual Gobierno.
En síntesis, esa relación detallada de los comunicadores críticos, preparada por la DIAPE, es lo que históricamente se conoce como “lista negra”. Tácitamente, sugiere que los que allí aparecen sean de alguna forma discriminados. Confiados en el secreto que creían les daba el íntimo vínculo con el Presidente de la República negaron, con la elaboración de esa lista negra, la suposición de inocencia y el derecho a la defensa a los denunciados a quienes califica como “enemigos del Gobierno”.
Las listas negras son conocidas desde los tiempos del imperio romano cuando en éstas se incluían los indeseados por el régimen; llevaban entonces consigo la recomendación de eliminarlos físicamente. Por nuestra tierra, las listas negras más conocidas fueron las de los presidentes Ulises Heureaux, Monseñor Fernando Meriño, Rafael Trujillo y Joaquín Balaguer. Son otros los tiempos pero, ser enemigo del Gobierno es la peor acusación que a alguien puede hacérsele. Esa denominación otorga a toda la estructura administrativa y represiva del Estado una discrecionalidad para la acción contra los objetivos señalados desde el Poder Ejecutivo.
Tan pronto aparece el nombre de una persona en la lista negra, los mecanismos intimidantes de la Dirección General de Impuestos Internos se ponen en marcha por cuenta propia, las interceptaciones telefónicas y de Internet se hacen permanentes y los medios de vida se hacen más escasos. Todo esto porque mecanismos como la DIAPE de Carlos Dore y Leonel Fernández consideran que esa persona lesiona sus afanes de administración perpetua del Estado.
¿Cuáles fueron los pecados que provocaron esta discriminación? Una, que estos periodistas exigen al Presidente que honre el juramento de cumplir y hacer cumplir las leyes que hizo cuando tomó posesión. Además, consideran criminal la negación de fondos necesarios y suficientes para la salud y la educación mientras los despilfarran en obras de infraestructura que lo único que han logrado es empeorar lo que dijeron mejoraría. Los detallados en la lista negra se ganaron la inclusión allí porque exigen al Presidente que no encubra a los funcionarios corruptos evidenciados hasta por la Cámara de Cuentas.
Evidentemente, a la luz de la Constitución y las leyes de República Dominicana esa lista negra de la DIAPE de los arrepentidos es la lista blanca de la mayoría del pueblo dominicano. Vistas las razones del Gobierno para discriminar a ese grupo de profesionales de la comunicación, muchos de nosotros nos hubiéramos sentido honrados de haber sido incluidos entre los discriminados por un Poder Ejecutivo que sólo sabe prodigar facilidades y apoyo a la corrupción, al narcotráfico y al crimen organizado, mientras garantiza la impunidad para esos cercanos aliados.
Para la Diape, son enemigos del Gobierno los periodistas críticos
Escrito por: HAMLET HERMANN
La Dirección de Información, Análisis y Programación Estratégica de la Presidencia de la República (DIAPE) no es una institución muy conocida por la mayoría de los ciudadanos.
Sin embargo, desempeña roles de formación de opinión y de asesoramiento a los más altos niveles del Gobierno, que no deben menospreciarse. Surgió originalmente como propuesta que hiciera Naciones Unidas al presidente Joaquín Balaguer en sus años finales de Gobierno. Pero el caudillo no creía en modernizar las funciones de Inteligencia. Prefería seguir con los mecanismos del Servicio de Inteligencia Militar y del Departamento Nacional de Investigaciones, las que no necesitaban de veleidades intelectualoides para el espionaje. Fue el presidente Leonel Fernández, sucesor de Balaguer en más de un sentido, quien acogió la idea y fundó el organismo desde su primer período de Gobierno, 1996-2000.
Los integrantes de la DIAPE, encabezada desde siempre por el arrepentido Carlos Dore, se autodenominaron “constructores de la inteligencia política”. Esa institución es, además, un vaso comunicante con la Fundación Global de Leonel Fernández que no conoce límites presupuestarios ni legales para abastecer al “think tank”. Han escamoteado ideas ajenas y privatizado proyectos a expensas del Estado, encubriéndolos como propios para engrosar el acervo de esa institución privada.
Recientemente, esa maquinaria de inteligencia política elaboró una lista de los periodistas dominicanos que, según su punto de vista, “despliegan un periodismo fraccional, ya abiertamente anti peledeísta y anti leonelista o decididamente perredeísta”. Ausente del respeto a la profesionalidad de opinión como se espera de esa unidad de Inteligencia Política se refieren despectivamente a quienes critican algunas violaciones legales del actual Gobierno.
En síntesis, esa relación detallada de los comunicadores críticos, preparada por la DIAPE, es lo que históricamente se conoce como “lista negra”. Tácitamente, sugiere que los que allí aparecen sean de alguna forma discriminados. Confiados en el secreto que creían les daba el íntimo vínculo con el Presidente de la República negaron, con la elaboración de esa lista negra, la suposición de inocencia y el derecho a la defensa a los denunciados a quienes califica como “enemigos del Gobierno”.
Las listas negras son conocidas desde los tiempos del imperio romano cuando en éstas se incluían los indeseados por el régimen; llevaban entonces consigo la recomendación de eliminarlos físicamente. Por nuestra tierra, las listas negras más conocidas fueron las de los presidentes Ulises Heureaux, Monseñor Fernando Meriño, Rafael Trujillo y Joaquín Balaguer. Son otros los tiempos pero, ser enemigo del Gobierno es la peor acusación que a alguien puede hacérsele. Esa denominación otorga a toda la estructura administrativa y represiva del Estado una discrecionalidad para la acción contra los objetivos señalados desde el Poder Ejecutivo.
Tan pronto aparece el nombre de una persona en la lista negra, los mecanismos intimidantes de la Dirección General de Impuestos Internos se ponen en marcha por cuenta propia, las interceptaciones telefónicas y de Internet se hacen permanentes y los medios de vida se hacen más escasos. Todo esto porque mecanismos como la DIAPE de Carlos Dore y Leonel Fernández consideran que esa persona lesiona sus afanes de administración perpetua del Estado.
¿Cuáles fueron los pecados que provocaron esta discriminación? Una, que estos periodistas exigen al Presidente que honre el juramento de cumplir y hacer cumplir las leyes que hizo cuando tomó posesión. Además, consideran criminal la negación de fondos necesarios y suficientes para la salud y la educación mientras los despilfarran en obras de infraestructura que lo único que han logrado es empeorar lo que dijeron mejoraría. Los detallados en la lista negra se ganaron la inclusión allí porque exigen al Presidente que no encubra a los funcionarios corruptos evidenciados hasta por la Cámara de Cuentas.
Evidentemente, a la luz de la Constitución y las leyes de República Dominicana esa lista negra de la DIAPE de los arrepentidos es la lista blanca de la mayoría del pueblo dominicano. Vistas las razones del Gobierno para discriminar a ese grupo de profesionales de la comunicación, muchos de nosotros nos hubiéramos sentido honrados de haber sido incluidos entre los discriminados por un Poder Ejecutivo que sólo sabe prodigar facilidades y apoyo a la corrupción, al narcotráfico y al crimen organizado, mientras garantiza la impunidad para esos cercanos aliados.
miércoles, 6 de julio de 2011
La derrota del Fascismo
Por Mario Vargas Llosa
La victoria de Ollanta Humala en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, el último 5 de junio, ha salvado al Perú de la instalación de una dictadura que, amparada por una mayoría electoral, hubiera exonerado al régimen de Fujimori y Montesinos (1990-2000) de los crímenes y robos que cometió, así como de los atropellos a la Constitución y a las leyes que marcaron ese decenio. Y hubiera devuelto al poder a los 77 civiles y militares que, por delitos perpetrados en esos años, cumplen prisión o se encuentran procesados. Por la más pacífica y civilizada de las formas –un proceso electoral– el fascismo hubiera resucitado en el Perú.
“Fascismo” es una palabra que ha sido usada con tanta ligereza por la izquierda, más como un conjuro o un insulto contra el adversario que como un concepto político preciso, que a muchos parecerá una etiqueta sin mayor significación para designar a una típica dictadura tercermundista. No lo fue, sino algo más profundo, complejo y totalizador que esos tradicionales golpes de Estado en que un caudillo moviliza los cuarteles, trepa al poder, se llena los bolsillos y los de sus compinches, hasta que, repelido por un país esquilmado hasta la ruina, se da a la fuga.
El régimen de Fujimori y Montesinos –da vergüenza decirlo– fue popular. Contó con la solidaridad de la clase empresarial por su política de libre mercado y la bonanza que trajo la subida de los precios de las materias primas, y de amplios sectores de las clases medias por los golpes asestados a Sendero Luminoso y al Movimiento Revolucionario Túpac Amaru, cuyas acciones terroristas –apagones, secuestros, cupos, bombas, asesinatos– las tenían en la inseguridad y el pánico. Sectores rurales y lumpen fueron ganados mediante políticas asistencialistas de repartos y dádivas. Quienes denunciaron los atropellos a los derechos humanos, las torturas, desapariciones y aniquilamiento masivo de campesinos, trabajadores y estudiantes acusados (falsamente en la mayoría de los casos) de colaborar con el terrorismo, fueron perseguidos e intimidados, y sufrieron toda clase de represalias. Montesinos prohijó la floración de una “prensa chicha” inmunda, cuya razón de ser era hundir en el oprobio a los opositores mediante escándalos fabricados.
Los medios de comunicación fueron sobornados, extorsionados y neutralizados, de modo que el régimen sólo contó con una oposición en la prensa minimizada y en sordina, la necesaria para jactarse de respetar la libertad de crítica. Periodistas y dueños de medios de comunicación eran convocados por Montesinos a su oscura cueva del Servicio de Inteligencia, donde no sólo se les pagaba su complicidad con bolsas de dólares, también se les filmaba a escondidas para que quedaran pruebas gráficas de su vileza. Por allí pasaban empresarios, jueces, políticos, militares, periodistas, representantes de todo el espectro profesional y social. Todos salían con su regalo bajo el brazo, encanallados y contentos.
La Constitución y las leyes fueron adaptadas a las necesidades del dictador, a fin de que él y sus cómplices parlamentarios pudieran reelegirse con comodidad. Las pillerías no tenían límite y llegaron a batir todas las marcas de la historia peruana de la corrupción. Ventas de armas ilícitas, negocios con narcotraficantes a quienes la dictadura abrió de par en par las puertas de la selva para que sus avionetas vinieran a llevarse la pasta básica de cocaína, comisiones elevadas en todas las grandes operaciones comerciales e industriales, hasta sumar en diez años de impunidad la asombrosa suma de unos seis mil millones de dólares, según cálculos de la Procuraduría que, al volver la democracia, investigó los tráficos ilícitos durante el decenio.
Esto es, en apretado resumen, lo que iba a retornar al Perú con los votos de los peruanos si ganaba las elecciones la señora Keiko Fujimori. Es decir, el fascismo del siglo XXI. Este ya no se encarna en esvásticas, saludo imperial, paso de ganso y un caudillo histérico vomitando injurias racistas en lo alto de una tribuna. Sino, exactamente, en lo que representó en el Perú, de 1990 a 2000, el gobierno de Fujimori. Una pandilla de desalmados voraces que, aliados con empresarios sin moral, periodistas canallas, pistoleros y sicarios, y la ignorancia de amplios sectores de la sociedad, instala un régimen de intimidación, brutalidad, demagogia, soborno y corrupción, que, simulando garantizar la paz social, se eterniza en el poder.
El triunfo de Ollanta Humala ha mostrado que todavía quedaba en el Perú una mayoría no maleada por tantos años de iniquidad y perversión de los valores cívicos. Que esta mayoría fuera apenas de tres puntos pone los pelos de punta, pues indica que las bases de sustentación de la democracia son muy débiles y que hay en el país casi una mitad de electores que prefiere vivir bajo una satrapía que en libertad. Es una de las grandes tareas que tiene ahora en sus manos el gobierno de Humala. La regeneración moral y política de una nación a la que, el terrorismo de un lado y, del otro, una dictadura integral, han conducido a tal extravío ideológico que buena parte de él añora el régimen autoritario que padeció durante diez años.
Un rasgo particularmente triste de esta campaña electoral ha sido la alineación con la opción de la dictadura del llamado sector A, es decir la gente más próspera y mejor educada del Perú, la que pasó por los excelentes colegios donde se aprende el inglés, la que envía a sus hijos a estudiar a Estados Unidos, esa “elite” convencida de que la cultura cabe en dos palabras: whisky y Miami. Aterrados con los embustes que fabricaron sus propios diarios, radios y canales de televisión, que Ollanta Humala reproduciría en el Perú la política de estatizaciones e intervencionismo económico que ha arruinado a Venezuela, desencadenaron una campaña de intoxicación, calumnias e infamias indescriptibles para cerrarle el paso al candidato de Gana Perú, que incluyó, por supuesto, despidos y amenazas a los periodistas más independientes y capaces. Que estos, sin dejarse amedrentar, resistieran las amenazas y lucharan, poniendo en juego su supervivencia profesional, para abrir resquicios en los medios donde pudiera expresarse el adversario, ha sido uno de los hechos más dignos de esta campaña (por ejemplo, destaco la labor realizada por la publicación digital La Mula). Así como fue uno de los más indignos el papel desempeñado en ella por el arzobispo de Lima, el cardenal Cipriani, del Opus Dei, uno de los pilares de la dictadura fujimontesinista, que me honró haciendo leer en los púlpitos de las iglesias de Lima, en la misa del domingo, un panfleto atacándome por haberlo denunciado de callar cuando Fujimori hacía esterilizar, engañándolas, a cerca de trescientas mil campesinas, muchas de las cuales murieron desangradas en esa infame operación.
¿Y ahora, qué va a pasar? Leo en El Comercio, el diario del grupo que superó todas las formas de la infamia en su campaña contra Ollanta Humala, un editorial escrito con gran moderación y, se diría, con entusiasmo, por la política económica que se propone aplicar el nuevo Presidente, la que ha sido celebrada también, en un programa televisivo, por directivos de la confederación de empresarios, uno de los cuales afirmó: “En el Perú lo que falta es una política social”. ¿Qué ha ocurrido para que todos se volvieran humalistas de pronto? El nuevo Presidente sólo ha repetido en estos días lo que dijo a lo largo de toda su campaña: que respetaría las empresas y las políticas de mercado, que su modelo no era Venezuela sino Brasil, pues sabía muy bien que el desarrollo debía continuar para que la lucha contra la pobreza y la exclusión fuera eficaz. Desde luego, es preferible que los nostálgicos de la dictadura escondan ahora los colmillos y ronroneen, cariñosos, a las puertas del nuevo gobierno. Pero no hay que tomarlos en serio. Su visión es pequeñita, mezquina e interesada, como lo demostraron en estos últimos meses. Y, sobre todo, no hay que creerles cuando hablan de libertad y democracia, palabras a las que sólo recurren cuando se sienten amenazados. El sistema de libre empresa y de mercado vale más que ellos y por eso el nuevo gobierno debe mantenerlo y perfeccionarlo, abriéndolo a nuevos empresarios, que entiendan por fin y para siempre que la libertad económica no es separable de la libertad política y de la libertad social, y que la igualdad de oportunidades es un principio irrenunciable en todo sistema genuinamente democrático. Si el gobierno de Ollanta Humala lo entiende así y procede en consecuencia, por fin tendremos, como en Chile, Uruguay y Brasil, una izquierda genuinamente democrática y liberal y el Perú no volverá a correr el riesgo que ha corrido en estos meses, de volver a empantanarse en el atraso y la barbarie de una dictadura.
La victoria de Ollanta Humala en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, el último 5 de junio, ha salvado al Perú de la instalación de una dictadura que, amparada por una mayoría electoral, hubiera exonerado al régimen de Fujimori y Montesinos (1990-2000) de los crímenes y robos que cometió, así como de los atropellos a la Constitución y a las leyes que marcaron ese decenio. Y hubiera devuelto al poder a los 77 civiles y militares que, por delitos perpetrados en esos años, cumplen prisión o se encuentran procesados. Por la más pacífica y civilizada de las formas –un proceso electoral– el fascismo hubiera resucitado en el Perú.
“Fascismo” es una palabra que ha sido usada con tanta ligereza por la izquierda, más como un conjuro o un insulto contra el adversario que como un concepto político preciso, que a muchos parecerá una etiqueta sin mayor significación para designar a una típica dictadura tercermundista. No lo fue, sino algo más profundo, complejo y totalizador que esos tradicionales golpes de Estado en que un caudillo moviliza los cuarteles, trepa al poder, se llena los bolsillos y los de sus compinches, hasta que, repelido por un país esquilmado hasta la ruina, se da a la fuga.
El régimen de Fujimori y Montesinos –da vergüenza decirlo– fue popular. Contó con la solidaridad de la clase empresarial por su política de libre mercado y la bonanza que trajo la subida de los precios de las materias primas, y de amplios sectores de las clases medias por los golpes asestados a Sendero Luminoso y al Movimiento Revolucionario Túpac Amaru, cuyas acciones terroristas –apagones, secuestros, cupos, bombas, asesinatos– las tenían en la inseguridad y el pánico. Sectores rurales y lumpen fueron ganados mediante políticas asistencialistas de repartos y dádivas. Quienes denunciaron los atropellos a los derechos humanos, las torturas, desapariciones y aniquilamiento masivo de campesinos, trabajadores y estudiantes acusados (falsamente en la mayoría de los casos) de colaborar con el terrorismo, fueron perseguidos e intimidados, y sufrieron toda clase de represalias. Montesinos prohijó la floración de una “prensa chicha” inmunda, cuya razón de ser era hundir en el oprobio a los opositores mediante escándalos fabricados.
Los medios de comunicación fueron sobornados, extorsionados y neutralizados, de modo que el régimen sólo contó con una oposición en la prensa minimizada y en sordina, la necesaria para jactarse de respetar la libertad de crítica. Periodistas y dueños de medios de comunicación eran convocados por Montesinos a su oscura cueva del Servicio de Inteligencia, donde no sólo se les pagaba su complicidad con bolsas de dólares, también se les filmaba a escondidas para que quedaran pruebas gráficas de su vileza. Por allí pasaban empresarios, jueces, políticos, militares, periodistas, representantes de todo el espectro profesional y social. Todos salían con su regalo bajo el brazo, encanallados y contentos.
La Constitución y las leyes fueron adaptadas a las necesidades del dictador, a fin de que él y sus cómplices parlamentarios pudieran reelegirse con comodidad. Las pillerías no tenían límite y llegaron a batir todas las marcas de la historia peruana de la corrupción. Ventas de armas ilícitas, negocios con narcotraficantes a quienes la dictadura abrió de par en par las puertas de la selva para que sus avionetas vinieran a llevarse la pasta básica de cocaína, comisiones elevadas en todas las grandes operaciones comerciales e industriales, hasta sumar en diez años de impunidad la asombrosa suma de unos seis mil millones de dólares, según cálculos de la Procuraduría que, al volver la democracia, investigó los tráficos ilícitos durante el decenio.
Esto es, en apretado resumen, lo que iba a retornar al Perú con los votos de los peruanos si ganaba las elecciones la señora Keiko Fujimori. Es decir, el fascismo del siglo XXI. Este ya no se encarna en esvásticas, saludo imperial, paso de ganso y un caudillo histérico vomitando injurias racistas en lo alto de una tribuna. Sino, exactamente, en lo que representó en el Perú, de 1990 a 2000, el gobierno de Fujimori. Una pandilla de desalmados voraces que, aliados con empresarios sin moral, periodistas canallas, pistoleros y sicarios, y la ignorancia de amplios sectores de la sociedad, instala un régimen de intimidación, brutalidad, demagogia, soborno y corrupción, que, simulando garantizar la paz social, se eterniza en el poder.
El triunfo de Ollanta Humala ha mostrado que todavía quedaba en el Perú una mayoría no maleada por tantos años de iniquidad y perversión de los valores cívicos. Que esta mayoría fuera apenas de tres puntos pone los pelos de punta, pues indica que las bases de sustentación de la democracia son muy débiles y que hay en el país casi una mitad de electores que prefiere vivir bajo una satrapía que en libertad. Es una de las grandes tareas que tiene ahora en sus manos el gobierno de Humala. La regeneración moral y política de una nación a la que, el terrorismo de un lado y, del otro, una dictadura integral, han conducido a tal extravío ideológico que buena parte de él añora el régimen autoritario que padeció durante diez años.
Un rasgo particularmente triste de esta campaña electoral ha sido la alineación con la opción de la dictadura del llamado sector A, es decir la gente más próspera y mejor educada del Perú, la que pasó por los excelentes colegios donde se aprende el inglés, la que envía a sus hijos a estudiar a Estados Unidos, esa “elite” convencida de que la cultura cabe en dos palabras: whisky y Miami. Aterrados con los embustes que fabricaron sus propios diarios, radios y canales de televisión, que Ollanta Humala reproduciría en el Perú la política de estatizaciones e intervencionismo económico que ha arruinado a Venezuela, desencadenaron una campaña de intoxicación, calumnias e infamias indescriptibles para cerrarle el paso al candidato de Gana Perú, que incluyó, por supuesto, despidos y amenazas a los periodistas más independientes y capaces. Que estos, sin dejarse amedrentar, resistieran las amenazas y lucharan, poniendo en juego su supervivencia profesional, para abrir resquicios en los medios donde pudiera expresarse el adversario, ha sido uno de los hechos más dignos de esta campaña (por ejemplo, destaco la labor realizada por la publicación digital La Mula). Así como fue uno de los más indignos el papel desempeñado en ella por el arzobispo de Lima, el cardenal Cipriani, del Opus Dei, uno de los pilares de la dictadura fujimontesinista, que me honró haciendo leer en los púlpitos de las iglesias de Lima, en la misa del domingo, un panfleto atacándome por haberlo denunciado de callar cuando Fujimori hacía esterilizar, engañándolas, a cerca de trescientas mil campesinas, muchas de las cuales murieron desangradas en esa infame operación.
¿Y ahora, qué va a pasar? Leo en El Comercio, el diario del grupo que superó todas las formas de la infamia en su campaña contra Ollanta Humala, un editorial escrito con gran moderación y, se diría, con entusiasmo, por la política económica que se propone aplicar el nuevo Presidente, la que ha sido celebrada también, en un programa televisivo, por directivos de la confederación de empresarios, uno de los cuales afirmó: “En el Perú lo que falta es una política social”. ¿Qué ha ocurrido para que todos se volvieran humalistas de pronto? El nuevo Presidente sólo ha repetido en estos días lo que dijo a lo largo de toda su campaña: que respetaría las empresas y las políticas de mercado, que su modelo no era Venezuela sino Brasil, pues sabía muy bien que el desarrollo debía continuar para que la lucha contra la pobreza y la exclusión fuera eficaz. Desde luego, es preferible que los nostálgicos de la dictadura escondan ahora los colmillos y ronroneen, cariñosos, a las puertas del nuevo gobierno. Pero no hay que tomarlos en serio. Su visión es pequeñita, mezquina e interesada, como lo demostraron en estos últimos meses. Y, sobre todo, no hay que creerles cuando hablan de libertad y democracia, palabras a las que sólo recurren cuando se sienten amenazados. El sistema de libre empresa y de mercado vale más que ellos y por eso el nuevo gobierno debe mantenerlo y perfeccionarlo, abriéndolo a nuevos empresarios, que entiendan por fin y para siempre que la libertad económica no es separable de la libertad política y de la libertad social, y que la igualdad de oportunidades es un principio irrenunciable en todo sistema genuinamente democrático. Si el gobierno de Ollanta Humala lo entiende así y procede en consecuencia, por fin tendremos, como en Chile, Uruguay y Brasil, una izquierda genuinamente democrática y liberal y el Perú no volverá a correr el riesgo que ha corrido en estos meses, de volver a empantanarse en el atraso y la barbarie de una dictadura.
martes, 7 de junio de 2011
GRANDES APORTES A LA DEMOCRACIA DOMINICANA NO SON TANGIBLES
Manuel Nin Matos
Los apologistas del presente gobierno y de los gobiernos de Joaquín Balaguer y Rafael Leónidas Trujillo Molina, se jacta de presentar las obras físicas realizadas por sus líderes, reclamándole al PRD que presente sus obras físicas, que las tiene. Sin dudas esos continuadores y seguidores de los caudillos y aspirantes a recibir ese título, pretenden equiparar el concepto Democracia con obras físicas: Palacios, Carreteras, Presas, Multifamiliares, etc.
Esos, los que reclaman al PRD y sus gobiernos obras físicas, se olvidan que la democracia dominicana se ha cimentado sobre el sacrificio de grandes hombres y un pueblo que aun espera ser reivindicado en sus reclamos de bienestar social, de seguridad, de empleos, de vida sana, de libertad de opinión, de transito, derecho a la vida y libre de políticos corruptos, mentirosos y con pretensiones de predestinados.
En la historia dominicana hay hombres como Juan Pablo Duarte Padre de la Patria Dominicana), quien pudo haber vivido su vida como un “pacha”, que se entrego a la causa de la Independencia de su país y termino sus días lejos de la patria a la que entrego todo (murió en Venezuela) sin llegar a Presidente y sin construir carreteras, puentes, palacios, etc.; así mismo Francisco del Rosario Sánchez, murió fusilado por entrar en la patria que ayudo a crear con sudor y sangre.
El PRD encabezo la lucha anti trujillista en el exterior, se fundó en tierras extranjera por jóvenes intelectuales que escaparon a la persecución y otros fueron extrañados del país por sus ideas. Si ese instrumento del pueblo dominicano, que junto a importantes intentos de resistencias internas e invasiones libertarias, crearon las condiciones para iniciar la liquidación de la Dictadura. Esos héroes de Constanza, Maimón y Estero Hondo, de las Manaclas, Playa Caracoles, etc. construyeron con su sangre e ideas la democracia quisqueyana.
Como pueden ciertos apologistas del gobierno del PLD decirle al país, y sobre todo el candidato designado por Leonel Fernández y su Comité Político el Lic. Danilo Medina, que el Partido Revolucionario Dominicano tiene que mostrar sus logros al país. ¿Se olvidan esos desmemoriados aposta que el que fuera fundador y líder del PLD salió de las entrañas del partido blanco?.
¿Se olvidan esos malagradecidos que su fundador fue presidente de la republica bajo las siglas del PRD y el Jacho Prendió; lo que no pudo hacer la logia del Comité Político del partido morado en 31 años de fundado (1973-2004), que permitieron que Joaquín Balaguer les robara las elecciones flagrantemente sin chistar en el 1990 y 6 años después entregaban la historia y la base moral de ese partido por la Presidencia?
El PRD ha desarrollado una historia de lucha y defensa de la democracia dominicana, con José Francisco Peña Gómez a la cabeza, que sería imposible escribir nuestra historia sin mencionar cada uno de los episodios en que el PRD impidió, como lo será en el 2012, que en el país se impongan los ideales totalitarios de los que creen que los trenes, puentes y carreteras son la razón de ser de un gobierno. Les recordaremos a los desmemoriados que el PRD es el paladín de la democracia dominicana.
Los apologistas del presente gobierno y de los gobiernos de Joaquín Balaguer y Rafael Leónidas Trujillo Molina, se jacta de presentar las obras físicas realizadas por sus líderes, reclamándole al PRD que presente sus obras físicas, que las tiene. Sin dudas esos continuadores y seguidores de los caudillos y aspirantes a recibir ese título, pretenden equiparar el concepto Democracia con obras físicas: Palacios, Carreteras, Presas, Multifamiliares, etc.
Esos, los que reclaman al PRD y sus gobiernos obras físicas, se olvidan que la democracia dominicana se ha cimentado sobre el sacrificio de grandes hombres y un pueblo que aun espera ser reivindicado en sus reclamos de bienestar social, de seguridad, de empleos, de vida sana, de libertad de opinión, de transito, derecho a la vida y libre de políticos corruptos, mentirosos y con pretensiones de predestinados.
En la historia dominicana hay hombres como Juan Pablo Duarte Padre de la Patria Dominicana), quien pudo haber vivido su vida como un “pacha”, que se entrego a la causa de la Independencia de su país y termino sus días lejos de la patria a la que entrego todo (murió en Venezuela) sin llegar a Presidente y sin construir carreteras, puentes, palacios, etc.; así mismo Francisco del Rosario Sánchez, murió fusilado por entrar en la patria que ayudo a crear con sudor y sangre.
El PRD encabezo la lucha anti trujillista en el exterior, se fundó en tierras extranjera por jóvenes intelectuales que escaparon a la persecución y otros fueron extrañados del país por sus ideas. Si ese instrumento del pueblo dominicano, que junto a importantes intentos de resistencias internas e invasiones libertarias, crearon las condiciones para iniciar la liquidación de la Dictadura. Esos héroes de Constanza, Maimón y Estero Hondo, de las Manaclas, Playa Caracoles, etc. construyeron con su sangre e ideas la democracia quisqueyana.
Como pueden ciertos apologistas del gobierno del PLD decirle al país, y sobre todo el candidato designado por Leonel Fernández y su Comité Político el Lic. Danilo Medina, que el Partido Revolucionario Dominicano tiene que mostrar sus logros al país. ¿Se olvidan esos desmemoriados aposta que el que fuera fundador y líder del PLD salió de las entrañas del partido blanco?.
¿Se olvidan esos malagradecidos que su fundador fue presidente de la republica bajo las siglas del PRD y el Jacho Prendió; lo que no pudo hacer la logia del Comité Político del partido morado en 31 años de fundado (1973-2004), que permitieron que Joaquín Balaguer les robara las elecciones flagrantemente sin chistar en el 1990 y 6 años después entregaban la historia y la base moral de ese partido por la Presidencia?
El PRD ha desarrollado una historia de lucha y defensa de la democracia dominicana, con José Francisco Peña Gómez a la cabeza, que sería imposible escribir nuestra historia sin mencionar cada uno de los episodios en que el PRD impidió, como lo será en el 2012, que en el país se impongan los ideales totalitarios de los que creen que los trenes, puentes y carreteras son la razón de ser de un gobierno. Les recordaremos a los desmemoriados que el PRD es el paladín de la democracia dominicana.
lunes, 30 de mayo de 2011
GRACIAS MIL A LOS AJUSTICIADORES DE TRUJILLO
Hoy debemos celebrar y conmemorar la muerte de Rafael Trujillo Molina, no hablamos de un ser humano normal, de un gobernante cualquiera. Trujillo fue producto de un momento historico nacional, la culminacion de un periodo de caudillos regionales, del desorden nacional que culmino con la Invasion de los Estados Unidos que vino a impedir que el pueblo dominicano lograra realizar por si solo sus cambios sociales. Trujillo fue un producto de los Invasores, de gavillero a jefe militar, a dictador a sangre y fuego. El trujillo que fue mas alla de sus fronteras para imponer sus deseos y segarle la vida a miles de dominicanos por expresar sus ideas, que impuso su sello personal en toda la vida nacional apoderandose de honores y fortunas, autoridad de horca y cuchillo...Gracias a los heroes que nos quitaron del medio de la historia a ese asesino...
Las muertes, los vejamenes de la poblacion, el sometimiento a la fuerza de todo el pueblo y sus instituciones, las horribles torturas de quienes opinaban, jamas seran justificadas en base a construcciones de buenas carreteras, de buenos hospitales, etc. La juventud debe conocer lo que fue y es una dictadura. Dictadura de hombres y partidos siempre sera mala y debe ser combatida de por vida.
Las muertes, los vejamenes de la poblacion, el sometimiento a la fuerza de todo el pueblo y sus instituciones, las horribles torturas de quienes opinaban, jamas seran justificadas en base a construcciones de buenas carreteras, de buenos hospitales, etc. La juventud debe conocer lo que fue y es una dictadura. Dictadura de hombres y partidos siempre sera mala y debe ser combatida de por vida.
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